Escalvos del cuidado

¿Qué pensaríamos si nos ofrecieran un puesto de trabajo que nos ocupase las 24 horas al día? ¿Que absorbiera todo nuestra energía y atención? ¿Que supusiera un gran esfuerzo físico y mental? ¿Qué no estuviese reconocido? ¿Qué no fuese remunerado?


Aceptar estas condiciones de casi esclavitud, conlleva un desgaste que si no es tratado a tiempo repercute en un síndrome que afecta tanto a nivel emocional como físico.

El síndrome del cuidador es un trastorno que se presenta en personas que desempeñan el rol de cuidador principal de una persona dependiente. Se  caracteriza por el agotamiento  físico y psíquico. La persona tiene que afrontar de repente una situación nueva para  la que no está preparada y que consume  todo su  tiempo y energía. Se considera producido por el estrés continuado (no por una  situación puntual) en una lucha diaria contra la enfermedad (areas monótonas y repetitivas),  y que puede agotar las reservas físicas y mentales del cuidador
Al sufrimiento propio de quien observa el declive del ser querido se le añaden la ansiedad de la vigilancia constante, el temor al fracaso, la sensación de culpa o incumplimiento, frecuentemente acompañadas de irritabilidad, estrés e impaciencia. Son efectos psicológicos de desgaste que, no obstante, el cuidador descuida por cierto escrúpulo de conciencia: ¿cómo va a preocuparse de sí mismo teniendo delante a un ser tan desvalido?

Según algunos estudios, el perfil medio del cuidador de un enfermo crónico se corresponde a una mujer de entre 45 y 60 años. Son edades en que muchas mujeres afrontan nuevas etapas de la vida que conllevan posibilidades de desarrollo personal. Crecidos los hijos, han empezado a adquirir una relativa autonomía que les permite plantearse proyectos, cultivar aficiones, emprender estudios, etc. Todo esto, sin embargo, queda bloqueado al asumir la labor cuidadora. La renuncia forzosa a nuevos horizontes engendra frustración y abatimiento. En muchos casos, la mujer se desatiende a sí misma, no se relaciona con las amistades o renuncia a actividades de ocio. Su derecho a llevar una vida propia queda aplazado sin fecha. Por grande que sea la recompensa sentimental de su decisión, es evidente lo elevado del precio en términos psicológicos y vitales.

El buen cuidador sólo cumplirá bien su tarea si mantiene su plenitud personal y su salud física y psíquica. No es, por tanto, ninguna traición al enfermo mayor el recurso a asistentes profesionales en quienes delegar parte de la atención, como tampoco lo es la búsqueda de un espacio personal que permita regalarse tiempo, mantener un régimen de vida normalizado, enfrentarse a las situaciones con más frialdad y no dejarse devorar por la dependencia. El exceso de dedicación a un enfermo puede acabar creando dos enfermos.

5 comentarios:

  1. Hola!!!!nunca lo habia pensado desde este punto de vista y es cierto que las personas que se dedican a la atención integral de sus seres queridos tiene que pasarlo mal. Gracias por acercarnos un poco más a la vida de estas personas. muakis!

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  2. Hola Virginia!

    La verdad es que ese tema me toca de cerca. Normalmente suele haber un cuidado principa, que es aquel que se hace cargo del anciano, integralmente casi todas las horas del día. Creo que el trabajo de esa persona resulta muy difícil ya que hay que darse cuenta que se ocupa física, psíquica y socialmente de él.
    Así que creo que no se valora realmente su función, ni moralmente y por remuneración económica menos.

    Gracias por el post, muy interesante.

    Maria G.

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  3. Muchas gracias chicas!!! La verdad que estas personas, que existen más de las que creemos en nuestra sociedad, no están valoradas de ninguna manera... Dejan su vida para dedicarse a la vida de los demás simplemente por cariño...y no se les recompensa de ninguna manera...Tenemos que hacerlos visibles para que puedan tener apoyos.

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  4. Que importantes son los programas respiro para ayudar en estos casos que comentas.

    Llamar la atención que las cuidadoras son casi siempre mujeres, y que el no prestarles atención también se debe, en una gran parte a la propia percepción del rol de cuidadora de la mujer (es como si fuera obligación suya, por lo que no nos importa ni el cansancio ni los riesgos físicos ni psíquicos).

    Os dejo un buen artículo (largo) sobre la crisis de los cuidados desde un punto de vista feminista http://www.ecologistasenaccion.org/article13104.html

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  5. Muy buen articulo Guillermo...merece la pena perder unos minutos en leerlo.

    Aunque el mundo "avance" parece que el rol de la mujer no termina de igualarse al masculino...todavía sorprende ver a un hombre hacerse cargo de los cuidados de sus progenitores...y lo peor de todo es ese sentimiento de "obligación"...

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